Los libreros de viejo y sus simpáticos gatos.
Muchas cosas disfruto de ser provinciano pero también de algunas me avergüenzo: jamás en mi vida he pisado la lagunilla y conocí apenas hace diez años el maloliente callejón de Balderas que tan buenos libros me ha dado. Las excursiones infantiles al extinto distrito federal me paseaban por el papalote museo del niño, por el […]