“¡Mira, ni yo la conocía!” Eso me dijo alguna vez el autor de “Cien años de soledad” cuando trabajaba en una de las librerías de viejo del sur de la Ciudad de México, hace como quince años.
El Gabo llegó a la librería a media tarde, vestido con su característico saco a cuadros y sus zapatos blanco y negro, entró con su acompañante, fueron directamente a la sección de ensayos y biografías literarias que constaba de un mil ejemplares aproximadamente, le gustaba el lugar porque nadie lo molestaba, no había quien le pidiera un autógrafo o la foto del recuerdo, allí era feliz, estuvieron unos veinte minutos revisando el acervo, luego se acercaron a la caja, donde los atendería, me mostró una biografía de él, de Gabriel García Márquez, un libro color gris editado en México, él no lo había autorizado, ni conocía a la autora, mencionó antes de irse: “qué cosas dirá, tal vez hasta me conozca mejor que yo”.
Tuve la oportunidad de atender cuatro veces al Gabo, en todas fue una experiencia distinta que recuerdo muy bien, pero ésta en especial se me quedó grabada. A qué nivel de fama llegó el Nobel colombiano para poder hallar un libro sobre él que no conocía, vi su sorpresa a lo lejos cuando tomó el ejemplar entre los anaqueles, sonrió y volteo a un costado como pidiendo una explicación.
Aún podía sorprenderse, después de tanta fama, de obtener el premio literario más codiciado y de codearse con mandatarios de naciones con ideologías radicalmente distintas.
¡Siempre fue un placer atenderlo!
Sergio Núñez

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